Pereza
La pereza (latín: acedia, accidia, pigritia) es la negligencia, astenia, tedio o descuido en realizar actividades. La religión cristiana, clasifica la pereza como un vicio capital ya que genera otros pecados, si bien antiguamente se la denominaba acedía o acidia, concepto más amplio que tenía que ver con la tristeza o la depresión.
Para la religión católica, la pereza es un pecado capital: de su manifestación derivan otros pecados. La pereza es tomada como una falta en tanto supone que el ser humano no se hace cargo de su propia existencia, no asume sus obligaciones y sólo se entrega a aquello que le otorga placer.
La pereza puede estar provocada por múltiples motivos. En ocasiones, tiene una causa física o patológica, lo que excede a la voluntad de la persona. En otros casos, sin embargo, el sujeto tiene pereza porque privilegia su descanso o su ocio. Por eso la pereza se considera como algo negativo, ya que el esfuerzo y la responsabilidad son valores apreciados por la sociedad

Hay cuatro tipos de pereza:
el primero es la pereza de no hacer algo por indolencia, sabemos que nos viene bien pero somos vagos y no lo hacemos. Esta es la pereza que conocemos normalmente. Hace mucho calor, para hacer ahora la practica o hace mucho frío, buscamos alguna razón para no practicar.
La segunda forma de pereza es cuando reconocemos que meditar es muy importante para nosotros, pero no ahora, después. Y esto quiere decir mañana, pasado mañana y así sucesivamente. Esta es la segunda clase de pereza, tenemos todas las condiciones para hacerlo pero lo vamos posponiendo para después.
La tercera forma de pereza es cuando dejamos de hacer algo que es muy importante para nosotros porque tenemos que hacer otra cosa. Se dice, hacer algo inútil para no hacer algo útil. Por ejemplo, tengo que ver esta película tan bonita por eso no puedo practicar. Hoy tengo que asistir a las enseñanzas pero no puedo porque tengo que limpiar la casa. Puedo limpiar la casa en muchos momentos, no es que tenga que ser hoy.
La última forma de pereza es la más peligrosa en la práctica del Dharma, es cuando decimos: “Si, me gustaría mucho poder practicar el Dharma, desarrollar la bodichita, pero yo no soy capaz”. “No puedo, soy muy inferior”. Cuando decimos no soy capaz es porque tenemos pereza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario